Un estudio realizado por U.S. Consumer Product Safety Commission para los Estados de Arizona, California y Florida, arrojó como resultado que la principal causa de muerte de niños menores a 5 años es el ahogo por inmersión en piscinas, principalmente, debido una falla en la supervisión de sus padres.
Por ello es necesario anticiparse a los acontecimientos y saber cómo pueden prevenirse los accidentes.
¿Cuán serio es el problema de accidentes de niños en piscinas?
La primera causa de fallecimiento de niños menores a 5 años en los estados de Florida, Arizona y California es el ahogo en piletas de natación, y la causa número dos a nivel Nacional.
En la Argentina, los accidentes causan más
de 2.000 muertes anuales.
Por cada niño ahogado, existen aproximadamente 11 casos de accidentes que no llegan a ese desenlace fatal, de acuerdo con las estadísticas proporcionadas por el Gobierno de ese país.
Estas estadísticas no incluyen los accidentes en piscinas que finalizan con niños que se ven afectados por lesiones cerebrales irreparables, debido a la ausencia de oxígeno prolongada. Un niño pierde la conciencia luego de estar sumergido por 2 minutos, y sufre daños neurológicos irreversibles a partir de los 4 a 6 minutos.
Es importante tener en cuenta que el propietario de la piscina es civilmente responsable por los accidentes que ocurran en ella, independientemente de si se trata de personas que se encontraban autorizadas a ingresar a la misma, o no; es muy importante conocer legislación en este sentido.
En los Estados Unidos muchas municipalidades exigen como medida de seguridad, previo a prestar autorización para la construcción de una piscina hogareña, la instalación de un cerco perimetral. Incluso, algunas llegan a exigir a los propietarios realizar un curso de resucitación cardio-pulmonar antes de otorgar dicho permiso.
Instituciones especializadas (National Spa & Pool Institute, Consumer Products Safety Commission, etc.) recomiendan la instalación de sistemas de protección como los cercos perimetrales en las piscinas ésticas.
Inclusive, la Academia Norteamericana de Pediatría recomienda especialmente la instalación de cercos perimetrales.